Diego Rodarte pinta, pinta, pinta. Todo él reducido a una mano haciendo un pincel que se distancia y aproxima al lienzo una y otra vez. La narrativa visual en su pintura es clave; sus lienzos cristalizan su persistente inquietud por explorar el mundo y explicárselo a través de la mirada. En igual medida, también a través del tacto. Variaciones de ojos, y de piel, con frecuencia manos, que permiten atisbar un sujeto, atraviesan las distintas etapas de su producción.
Paisajes idilicos que se rompen con la violencia de los amarillos y rojos de explosiones y nos ofrecen una ventana a un mundo aterrador. En algunos cuadros de la colección encontramos números y horas ¿qué miden? La plástica expresionista de Rodarte Planter, apasionado lector autodidacta, muestra un sello explícitamente intelectual evidente no sólo en sus títulos sino en estos números, en otros casos distintos signos, que resultan enigmáticos para el espectador. Cualquiera que sea su significado, subraya la discordancia entre sujeto y mundo, ya evidenciada en el corte de sus lienzos.